viernes, 13 de julio de 2012

The girl on Lemonade

Había una vez una chica que solo podía vivir en limonada.
O sus padres eran tan malvados que no le daban otra cosa y al final no podía beber nada más. 
O eran tan buenos que se la daban porque la querían mucho. 
Esa parte aún no la he decidido, pero... solo podía vivir en limonada.

Si no se sumergía en limonada se moría. 
Y sus padres morirían pronto también, les pasaba algo, tenían la sangre azul o algo así. 
Ella tenía un hermano, pero era un estúpido, tanto que no se preocupaban por él. 
Solo se preocupaban porque su hijita viviese.

El único problema era que nadie pensaba en su hermano. 
Ella vivía en una botella, así que él estaba solo. Nadie pensaba en él. 
Le abandonaron.                                                                                         
Así que se sentó a su lado, su hermano se sentó al lado de la botella. Y como la limonada la hacía ver mejor, podía verle claramente a través de la botella, a pesar de que el vidrio era grueso.

Como vivían en el campo, él no tenía nada que comer y no podía ir a comprar.                                                                                                            
Se estaba muriendo de hambre. Ella lo sabía.                                      
Nadie cuidaba de él, y como era un poco estúpido, no podía cuidarse él solo.                                                                                                                
No paraba de llover y empezó a oxidarse. 
Ella lo pasaba genial en la limonada, pero sabía que tenía que ayudarle, así que nadó hasta la superficie, pero no podía salir, estaba demasiado lejos. 
La botella era demasiado grande. 
Ella sabía que tenía que hacer algo. Cada vez estaba peor. Tenía hambre y mucha sed. Empezó a comer hierba y no paraba de vomitar. Así que ella intentó pensar en algún plan. Pero no se le ocurría nada.

Lo único que sabía es que él la necesitaba. Ella no paraba de verle vomitar al otro lado del cristal.                                                                   
Pero se le ocurrió una idea.

Empezó a beber.
Bebió, bebió y bebió.
Bebió muchísima limonada. La suficiente como para tener bastante hasta que muriese, porque sus padres querían que viviese muchos años. Pero se bebió hasta la última gota hasta que se quedó en una botella vacía.

Pero aun así no podía salir. Pero no pasaba nada, esperó a que hiciera efecto toda la limonada que había bebido. Como había bebido tanta, empezó a tirarse pedos. Haha...

Al principio eran flojos, pero se convirtieron en pedos con más fuerza. Así salió de la botella, disparada por arriba, como un cohete.

Y consiguió que su hermano dejara de comer hierba. Fueron a buscar una casita donde vivirían juntos. Su hermano y ella.

Y resultó que al beberse toda la limonada se había curado, porque… ya nunca quiso beber más.

El resto de su vida bebió naranja.

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